Si el anterior día os hablaba de lo bien que se come en el restaurante el Zaguan del hotel El Comendador de Toledo, hoy os quiero hablar de otra parte todavía mejor que es la del SPA Domus Aurea. Ya lo dice el nombre latín «casa de oro». Pues así es esta zona de relax del pueblo de Carranque (Toledo): un oasis de tranquilidad. Creo que es de los SPAs más grandes en los que he estado y mira que en los últimos años, mi marido y yo nos hemos aficionado a ellos por eso de desestresarnos un poco por los cuatro fieras y os puedo asegurar que éste es de los mejores en los que he estado con diferencia.
Este centro termal dispone de un completísimo circuito hidrotermal perfecto para relajarse con distintas zonas temáticas como los baños árabes que aquí podéis contemplar:
La decoración está cuidada al detalle, de modo que una se siente que está de repente en otros países disfrutando de unas horas de paz alejada de la realidad.
Como buena mujer de podólogo, no pude sino hacer varias veces el recorrido ahora que lucía unos pies impecables tras hacerme la pedicura en las termas de Ruham como os contaba en este post dónde me hice el fish spa para la despedida de soltera de mi hermana.
Al estar con el Cuarto en esta escapada romántica que hicimos, nos tuvimos que turnar el cuidado del peque, así que pude disfrutar yo solita del circuito y me relajé muchísimo.
Esta parte no es muy agradable porque molesta un poco a los pies, pero va francamente bien para la circulación, tal y como me recuerda con P de padre siempre. Además, tiene chorros en los que se alterna el agua fría y caliente a la altura de los gemelos y tobillos, lo cual es perfecto. Una sale como sintiendo todo más con sus pies…
Aunque yo soy más de meterme en los jacuzzis y piscinas de agua ardiendo literalmente, porque no soy amiga del frío, la cabina iglú me encanta. Al ir combinando frío y calor, una no acaba agotada por la tensión baja, sino a la vez revitalizada por el efecto vasoconstrictor de la combinación de la temperatura de las aguas de las diferentes zonas. Aquí coge una puñaditos de hielo y se los pone por el cuerpo y se deshacen al momento porque al venir de la sauna una tiene la piel ardiendo. Una gozada la sensación.
Las duchas con chorros a distintas alturas son una experiencia también muy agradable de la que disfruté mucho.
Y tras finalizar mi circuito del Spa, qué mejor que un té de menta para acabar relajada mirando este paisaje sintiéndome que he viajado por diversos países y culturas.
Además del circuito hidrotermal, el Domus Aurea dispone de una completa carta de servicios de Spa con tratamientos preventivos y terapeúticos como de estética (cuidados faciales, corporales, manicuras y pedicuras, fisioterapia y depilaciones). ¿ Qué más se puede pedir?
¿Os animáis a probar esta experiencia? ¡Yo ya estoy deseando volver!