Aquí podéis ver lo bien que se lo pasaron tanto niños como adultos con el tiro con arco. La verdad que me sorprendió mucho porque hasta la Menor a sus dos años y medio sujetó un arco más grande que ella y aprendió a lanzar, lo cual me enseñó que los límites los ponemos realmente nosotros. Eso sí, acompañada en todo momento por un monitor experto en la materia.
Después, se subieron a un patinete bastante grande y pesado, al menos para mis hijos de 2, 4 y 6 años, sobre todo para la peque, aunque ello no le impidió subirse y disfrutarlo «como un crío» y nunca mejor dicho. Eso sí, la seguridad ante todo: bien protegidos con su casco y acompañados bajo la atenta mirada de Kilian. Así hicieron un circuito delimitado por unos conos al cual le costó un poquito ceñirse al Mediano que es pelín tremendo y espíritu libre y estaba muy excitado, así que sólo quería ir a su bola…
Estos dos monitores también les explicaron un montón de cosas sobre animales marinos que ninguno conocíamos y después les dejaron tocar algunos como una estrella de mar, un erizo o un «cagarro» de mar para que notaran la diferencia de texturas. Me sorprendió ver cómo casi ninguno tenía reparo en tocarles más que una servidora. Suerte que al portear al Cuarto me libré de ello jeje definitivamente a mí de pequeña no me enseñaron mucho del mundo de las texturas y ahora soy muy exquisita yo, por eso no quiero que mis hijos sean como yo, así que me encanta que experimenten y se enguarren y todo lo demás.
Después tuvimos una gran comida que prepararon en las cocinas de esta enorme casa de colonias en la que los mayores nos pusimos finos de fideuá y butifarra y tarta d frutos del bosque y los menores de macarrones y helado. Las instalaciones están muy nuevas y está todo muy organizado. Un señor que lleva trabajando allí casi mi edad me dijo que esta casa puede acoger hasta a 200 niños sin que sea agobiante. Tienen unas habitaciones nuevas hace un par de años y en muy buen estado y los edificios son muy funcionales y las zonas al aire libre con piscina incluida, enormes. Dan para pasar un verano inolvidable.
Tras la comida, tuvieron los niños un taller de manualidades dónde se relajaron un poco pintando unas medallas marítimas, recortándolas y poniéndolas en unos cordones con cuentas y conchas. Mis hijos están tan apegados a ellas que ¡ay como se me ocurra quitárselas ahora! Por último hubo juego libre por todos los campos dónde mis peques subieron a los columpios del barco pirata que estaba súper nuevo y era muy grande y chulo. Ya parezco un niño hablando, pero creo que realmente esas tres palabras definen cómo era.
Laia SarriàPetits
21 junio, 2016 at 11:39 am (7 años ago)Muchas gracias por compartirlo! Fue un placer conocerte, y a toda tu gran familia!