Este era un post que no tenía planeado escribir, pero tras la bonita velada de hace unas horas por nochebuena, no he podido evitar despertarme con este post en la cabeza que quería compartir con vosotras. Hoy no adjuntaré ninguna foto porque me parece que en esta ocasión, las imágenes sobran. Perdonadme si me explayo mucho y se os hace pesado…

Ayer fue el día más importante del año pues celebramos que Jesús nació (aunque mucha gente se empeñe en olvidarse de eso). Al final se concreta todo en dar y recibir. Creo que hasta me casé y formé mi propia familia me dediqué a recibir: el don de la vida, el cuidado total de sus padres, una educación, comida, techo, ropa, servicios médicos…todo nos ha sido dado ¡completamente gratis!

Hasta que llega un día en el que uno se casa y tiene que empezar a agradar a esa persona que es la que más quieres del mundo, por eso lo haces encantada porque su felicidad es la tuya propia. Más tarde llegan los hijos y ahí sí que empieza lo bueno..jeje..ya me entendéis, mamis. Es el momento de darse en alma y cuerpo desde el minuto que te quedas embarazada y empiezas con todo el agradable paquete de síntomas del embarazo: náuseas, vómitos, ciática, ascos, antojos, acidez, piernas pesadas, estrías..etc ¡maravilloso todo!

Desde que soy madre vivo de manera diferente las Navidades pues ya no te preocupas sólo de estar mona para ese día, sino de que tus hijos coman, tengan sus regalos esperados, que la comida esté a punto, que los mayores de la familia tengan alguien a su lado que les de conversación y no se les deje de lado…En definitiva, empiezas a mirar un poquito más allá de tu ombligo. Una cosa que me sorprendía de mi madre la mañana de reyes es que en vez de abrir sus (escasos) regalos, se dedicaba a contemplar con una amplia sonrisa en la cara cómo íbamos abriendo cada uno de sus siete hijos sus regalos. Y yo pensaba:¿ pero cómo es posible que no quiera abrir sus regalos primero? para mí era inconcebible.

Esta Nochebuena, no sé por qué, tenía muchas ganas de abrir mis regalos. Éstos iban de una punta a otra del salón de casa mis padres mientras se iban desvelando quiénes eran los amigos invisibles de quién. Yo iba contemplando las caritas de emoción de mis hijos al ver las cosas de Decathlon que les había comprado mi marido muy a mi pesar que quería pocos regalos, pero que al final les hicieron súper felices. Había sugerido un par de cosas (y no precisamente baratas) en nuestro whatsapp familiar, pero no creía que me hicieran mucho caso, pero para mi sorpresa, encontré una caja de vino muy grande llena de papeles y tras sacar mil bolitas de papel periódico arrugado, aparecieron allí las zapatillas que llevaba meses deseando tener. No pude contener la emoción, sobre todo porque me las había regalado mi hermano el 4º con su primer sueldo…

También me sorprendió una colonia que quería hace meses cuando me dieron una pequeña muestra y ni sabía que mi marido había reparado en ello y me había comprado con muchísimo cariño y discreción. Aún así, también valoro mucho su regalo de la paciencia al aguantar mis constantes cambios de humor propios del embarazo. Eso sí que es amor…;)

Mi hermana la número 2, atenta a todas las necesidades familiares y preocupada de que todos tuviéramos de todo, me regaló un CD que sabe que me chifla, aún a pesar de los numerosos gastos que tiene para su próxima boda. Mi madre me sorprendió con unos pendientes y un colgante en un color que me gusta mucho envueltos en una cajita de lo más cuca, sabedora de que me encantan estos detallitos. Mi hermano el 3º regaló a todos mis hijos un cuento de lo más apropiado para su edad, tampoco me lo esperaba. Del mismo modo lo hizo mi abuela que con su pequeña paga extra la fulmina cada año con sus 7 nietos y ahora casi 4 biznietos.

Y mis hermanos más pequeños, sin ganancias todavía, me hacen cada vez que vengo a Madrid los mejores regalos: su tiempo. Mi hermana la 5º accede a quedarse dos días con ellos para que mi marido y yo podamos pasar una noche fuera antes de que nazca el Cuarto y lo de pasar fuera una noche sea un verdadero espejismo.Mis hermanos, los 6 y 7, se turnan para levantarse puntualmente a las siete de la mañana que es la hora a la que mis peques saludan al día nieve, haga calor o diluvie. Ellos son también los que se los llevan al jardín ( o a la piscina en verano)para que se lo pasen bien cuando venimos a la capital.

Hace unos 20 años yo cuidaba a estos hermanos, tenía que dormir la siesta con ellos, darles potitos en cualquier lado mientras mis amigas se lo pasaban bien…etc,etc. Es lo que tiene ser la mayor de 7, pero ¡qué bonito es que ahora ellos me puedan ayudar a mi tanto de esta manera totalmente desinteresada!

Tras estas comidas familiares tan seguidas ( noche del 24, comida del 25) hay siempre un ama de casa generosa que abre sus puertas y su salón para que nos reunamos los 14. Son semanas de estrés pensando menús, adquiriendo ingredientes y ejecutando finalmente todos los platos. En esta casa cada uno hace lo que sabe mejor, es un trabajo en equipo. Ayer, por ejemplo, mi hermana la 2 hizo un riquísimo consomé, mi hermano el 4º un jugoso salmón con nata, mi padre cortó los turrones, mi madre rellenó una piña y los hombres de la casa se encargaron de las bebidas.

Después de comer, toca limpiar todo el berenjenal para preparar en cuestión de horas otro nuevo, así que mi hermana la 2a, en su último año en casa antes de formar su propia familia, se quedó hasta las tres de la mañana recogiéndolo. Aún así todavía quedan muuuuchas copas por fregar, así que creo que debo dejarme de excusas escribiendo este post e ir a fregarlas lo antes posible, aunque me de muchísima pereza, lo confieso.

Puedo decir orgullosa que de mis padres, tal y como dije ayer en familia, he aprendido la austeridad con la que nos criaron a nosotros siete y la humildad que es algo que se transmite sólo con el ejemplo de vida en el día a día o cuándo las circunstancias son adversas y se mantiene sorprendentemente la calma. Es algo que espero transmitir a nuestra familia que empieza a ser numerosa también. En esta entrevista que me hicieron la semana pasada, os cuento un poquito más sobre nuestra familia.

Por último, este año he recibido dos grandes regalo material inesperados. El primero de ellos es que una gran amiga que se casa en unos meses me regala la estancia de un par de noches en otro país dónde celebra su boda para que así yo pueda ir con mi marido y el Cuarto muy pequeñín.Es de esas cosas que no te esperas y aún cuando las recibes de manera totalmente desinteresada, no te lo puedes creer y no puedes parar de llorar al comprobar la generosidad de una amiga de verdad. El segundo es que un hermano mío me regala un billete de avión para que pueda ir a esta boda de la que soy testigo y tengo tantísimas ganas de ir. De verdad que hay veces que las cosas salen infinitamente mejor de lo que tú esperabas o creías posible. No tengo palabras para decir gracias…

En fin, que sólo puedo decir que este año he recibido mucho, ¡ muchísimo! por lo material y por lo intangible también.Por eso, cuando anoche me acosté rendida y subía las escaleras de casa de mis padres con mi enorme barriga y La Menor en brazos y se durmió a mi lado y despertó tropecientas veces diciendo que le picaba el culito (seguro que el Mayor le ha contagiado las odiosas lombrices), no me importó pues era mi turno de dar un poquito de mi sueño después de recibir tanto.

¡¡MUY FELIZ NAVIDAD A TODOS!! ¿No creéis que hay más alegría en dar que en recibir?

María

1 Comment on Dar y recibir

  1. Mamá en Bulgaria
    26 diciembre, 2015 at 7:55 am (8 años ago)

    Feliz Navidad María! 🙂