A las habitaciones no les falta detalle. Las camas son comodísimas, tanto que hasta nos permitimos hacer una «siesta del burro». Será por sus sábanas traídas de Egipto o por su cabecero mullido que me chifló (¡¡quiero uno igual para mi casa!!). Además, tenía una bañera «a la antigua» que es el sueño de toda mujer, creo, en medio de un amplio baño con ducha también. Allí me permití el lujo de darme un baño relajante con espuma (no sin la ayuda del marido para no matarme en el intento por mi abultada barriga). «Con P de Padre» quedó encantado con la estufita que había para relajarse mientras leía el periódico y yo disfruté de un buen secador de pelo que había, cosa que las que tenemos melena larga agradecemos mucho. Conste que la temperatura de la habitación era idónea, pero mi marido es un fanático de las estufas 😉 eso sí, el contraste con el fresquito de fuera es muy agradable y lo dice una friolera empedernida como yo.
Las salas comunes tipo «lounge» para jugar una partida de ajedrez, tomarse una copa o un té o leer el periódico son una auténtica preciosidad. Me sentía parte de una película o una novela. Un lujo para todos los sentidos y sabiendo que siempre tiene esas vistas espectaculares al lago, por supuesto.
El edificio es una casa al más puro estilo victoriano que a mí me recordaba a los libros de Nicholas Sparks que tanto me gustaban que se desarrollaban siempre en Carolina del Sur (EEUU), pero bueno, aquí, made in Spain. De hecho, es uno de los edificios más representativos de la «Renaixenca» de la Cerdaña.
El entorno es idílico pues está alrededor de un precioso lago que por la época del año que era estaba casi todo congelado. Desde nuestra habitación con vistas deluxe era lo primero que veíamos al levantarnos, todo un gozo para la vista. ¡ Qué bueno es disfrutar de los pequeños placeres de la vida tales cómo un paseo en plena naturaleza viendo a este cisne alzar su majestuoso vuelo!
Luego viene otra parte que me chifla y es la del SPA Bodyna Natural Care, por supuesto. Aunque yo, por mi condición de embarazada no pude disfrutar más que de la piscina, fue más que suficiente. Eso sí, maridín se fue a la sauna y el hamman y quedó encantado. El SPA es pequeñito, pero muy limpio e invita totalmente al relax. Tienen unas horas que está abierto al público infantil, por si alguno quiere ir con sus hijos, pero nosotros por una vez en la vida estábamos sólos (hurra!!) así que disfrutamos como si fuéramos recién casados en nuestra honeymoon o lo que algunos llaman babymoon (escapada antes de dar a luz).
Yo, por mi parte, no quise renunciar a un pequeño lujo y me di un drenaje linfático para mejorar la circulación, aunque no es uno de mis puntos débiles del embarazo, pero siempre va bien. Después acabé súper sedienta y me vino muy bien una de esas manzanas verdes como tentempié saludable antes de la cena.
En el SPA tienen todo tipo de tratamientos desde masajes a tratamientos de belleza o depilaciones, si uno lo precisa. Trabajan con la casa Bruno Vassari que me quedé con las ganas de probar pues mi norma es probar todos los anti-estrías del mercado que existan, pero eso lo dejamos para otra vez.
Otra de las cosas que me ganó fue que en el gimnasio que tienen, había un par de fitballs, así que me lancé a ellas como una loca pues tenía bastante presión en las lumbares y así con un par de contorneos me sentí como en casa. Esa es otra característica del hotel que, a pesar del confort y el lujo, uno se siente como si estuviera en el salón de su casa y esa sensación me encanta, la verdad.